viernes, 4 de febrero de 2022

PARASHAT N°19 TERUMA - UN MISHKAN DIARIO


Parashat 19 / Teruma 5774
Éxodo 25:1-27:21

Un Mishkan diario

La porción de esta semana nos habla de las ofrendas voluntarias que los hijos de Israel llevaron para Hashem a los pies de Moshé con el fin de la construcción del Mishkan (Tabernáculo), la tienda de reunión sagrada, donde finalmente Hashem decidiría presentarse en medio del arca sagrada para hablar con su siervo Moshe y dar sus enseñanzas e instrucciones a la comunidad de Israel.

Si recordamos porciones anteriores, Hashem había pedido a los hijos de Israel que pidieran a los egipcios oro, y toda clase de joyas y riquezas antes de salir de la esclavitud, a lo cual los egipcios respondieron con gran solicitud, dándoles mucho oro, joyas, perlas, y objetos de gran valor, todo por el temor que Hashem había puesto en ellos hacia el pueblo de Israel después de las plagas que él había enviado contra Egipto. Estas riquezas que estaban en poder de los hijos de Israel, ahora serían usadas para la construcción de los elementos sagrados del Mishkan, por lo cual las riquezas que hasta ese momento poseían los hijos de Israel, no cumplían sino con un fin sagrado dentro del plan del Eterno, más que el solo hecho de enriquecerlos.

Está escrito en el primer mandamiento: “Y amaras a Hashem tu Elohim, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas”, en realidad la expresión: “fuerzas”, no alude a las fuerzas físicas del cuerpo solamente, sino que a todo aquello que es producto de las fuerzas de un ser humano, es decir sus RECURSOS, que son los frutos de su esfuerzo. Por lo cual, aquí vemos como la Torá nos enseña que las riquezas son un regalo del cielo para transformarse en un medio de servicio a Hashem y un medio de ayuda al prójimo que al mismo tiempo nos permite seguir sirviendo a Hashem, por lo que todo es para él, todo es para bien, Baruj Hashem. Por lo cual, las ofrendas voluntarias que damos al Eterno, que no son más que el retorno a él, de lo que él nos ha dado, en el sentido espiritual y material, son el medio para construir el Mishkan (tabernáculo) entre él y nosotros. Solo los corazones alegres y dadivosos son meritorios que la divina presencia los viste y haga con ellos un mishkan propio.

Nos dice la bendita Torá:


“Me harán un santuario y morare en medio de ellos. Como todo lo yo te muestro, el modelo del Tabernáculo y el modelo de todos sus utensilios, así haréis” (Shemot 25:8)

La palabra hebrea mishkán; significa: incluso choza del pastor, guarida de animales, específicamente está relacionada con el Tabernáculo, cabaña, habitación, morada, tienda.

La creación del Mishkan es una sombra de la voluntad perfecta del Credor con los hombres: “MORAR CON ELLOS”. Es la tienda, la cabaña de encuentro, la habitación del creador de Hashem y su pueblo. Por lo cual, el fin de las cosas sagradas no es que nosotros hagamos de ellas una especie de “amuletos de buena suerte”, sino que las cosas sagradas son un medio para hacer de nosotros un MISHKAN individual de Hashem, para que finalmente Él more junto a los hombres. Tenemos el siguiente ejemplo: En la fe Judía, tenemos muchas maneras externas de expresar nuestra fe en el Creador, la “cobertura o kipa”, el talit (manto de oración con flecos) los tzit tzit (flecos que presentan los 613 preceptos), los tefilim (oraciones y rezos del primer mandamiento “shema”), el velo en el caso de las mujeres, entre otros muchos símbolos que formar parte de nuestra espiritualidad tangible. Todas estas cosas nos ayudan acercarnos al Creador, pero no son un fin en sí mismas, como ya dijimos son un medio para finalmente crear el Mishkan propio. Como un día lei por ahí: “Las cosas más importantes de la Torá, no son justamente cosas”

La voluntad del Creador no es habitar en templos hechos por manos de hombre, nos dice está parasha: “Y MORARE CON ELLOS”. En realidad el sagrado Mishkan, el sagrado templo de Ierushalaim, son solo medio creados para que la divina presencia se acerque al plano del mundo físico para terminar residiendo en los corazones de los hombres. ¿Pues qué sentido tendría tener a nuestra disposición el Templo de Ierushalaim, con corazones separados de Hashem? Lo primero es hacer que el Mishkan sea una realidad en el interior del ser humano, para luego ser meritorios del sagrado templo físico y tener una consecuencia entre lo espiritual y material.

El propósito del Mishkan es que Hashem more en medio de ellos mediante tres cosas; la santificación, las ofrendas, y los sacrificios de todo Israel. Antes del Mishkan, existía una relación más directa entre Hashem y su pueblo, el Eterno le hablaba a Moshe y el pueblo oía, no habían mediaciones de los cohanim (sacerdotes) aún, pero el pecado del Becerro de oro, fue la causa de separación entre Hashem y su pueblo, pero al mismo tiempo, fue la causa de la creación de un sistema espiritual de conexión entre Hashem y sus hijos que se disponían acercarse a él mediante los tres aspectos elementales de unión con el Creador, que son: Santidad – Sacrificios – Ofrendas.

Si el Mishkan fue creado después del pecado de idolatría con el Becerro de oro, es porque en realidad Hashem quería mostrar su misericordia a Israel a través de los actos de tikum (rectificación) y teshuva (arrepentimiento). Ellos necesitaban dos cosas para bajar de la soberbia en la que habían subido; “arrepentimiento” y un medio de “rectificación” para poder acercarse a Él, después de lo mal que habían procedido, con todas sus quejas y malas palabras contra Hashem y Moshé. Así que Hashem termino usando el pecado del pueblo, como bien mayor para toda la comunidad de Hashem, estableciendo un sistema de conexión y de perdón entre él y sus hijos.

Todo pecado nos separa de la realidad y nos aleja de la verdad, porque todo pecado es MENTIRA. Todo aquello que nos aleja del Creador es solo parte de una mentira, pareciera a veces que es aquello que realmente necesitamos, a la vista de los sentidos es lo mejor, aquello que tanto desean nuestros sentidos es que lo necesitamos nos dice la conciencia, pero todo es parte de una ilusión de una mentira que pronto acabara, cuando se consume el delito de pecar contra Hashem. El mundo que está separado de Hashem vive en una mentira en una ilusión, las riquezas, la vanidad, los adulterios, los robos, el odio, las ideas separadas de la Torá, la filosofía del este mundo, y las falsas religiones son solo deformaciones de la verdad, pero el ser humano que se acerca a Él encuentra la verdad y como dijo nuestro amado Mesías Yeshua: “se hace verdaderamente libre”, libre de las ilusiones y mentiras que lo separaban del Creador.

Del mismo modo, el Mishkan representa la unión y el puente que el pueblo necesitaba para acercarse al Creador después de la “ilusión” del pecado el Becerro de Oro. Ellos pensaron por un momento, que necesitarían a esa abominación, y todos los pecados que trajo esa idolatría en un momento se transformaron en la vida en la “verdad” de Israel, pero cuando hubieron consumado su maldad, se terminaron de enterar en la mentira en la que habían caído, pues la codicia los había engañado y finalmente destruido. Por esta razón es que todo ser humano que a llegado a Hashem y a su verdad, necesita tener un Mishkan diario, pues sin esa relación íntima diaria, terminara siendo engañados por las constantes mentiras que nuestros sentidos arrojan a nuestra alma.

Y como dijimos recientemente, el ser humano necesitara tres cualidades específicas para crear esta relación con el Eterno: santidad, sacrificios, ofrendas.

Está escrito: “Sin santidad nadie vera a Di.s”. La santidad no se mide forma simple, es decir, ser santos no es estar encerrados en un convento o asistir todos los días de la semana a la iglesia. La santidad está “reglamentada”, y quien no vive según esas reglas no puede ser santo. Pues todos sabemos que “santo” (del hebreo Qodesh) es “apartado”, y solo las normas y reglas pueden apartar y separarnos de los que o viven según las normas y reglas de la Torá. Por lo que una vida de santidad está basada en vivir apartado según las exigencias de los mandamientos de la Torá. La Torá y sus preceptos nos “apartan” de todos aquellos sistemas e influencias materiales y espirituales que nos amenazan. El mundo común y corriente está sumergido en una vida simple, ellos no se apartan, sino que son parte de lo malo. Pero todo ser humano que procura construir un Mishkan propio, deberá guardar la santidad de la Torá.

Los sacrificios en el Mishkan representan los actos obligatorios diarios que cada hombre debe presentar delante del Eterno. Sabemos que los cohanim debían presentar sacrificios diarios obligatorios, los cuales nos transmiten espiritualmente, la obligación que tenemos TODOS los días de dar nuestros sacrificios a Hashem. Por ejemplo, la plegaria de la Shema, está escrito: “y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Devarim 6:7).

La orden de elevar la plegaria del Shema al acostarse y al levantarse, es un acto de ofrenda o sacrificio obligatorio DIARIO. Esta especie de disciplina diaria nos enseña que Hashem es un Elohim ordenado, que no puede buscarlo a él, solo cuando lo “sentimos”, sino que TODOS los días, y en las horas y momentos que él ha demandado que cumplamos con nuestra obligación. Si queremos construir ese Mishkan propio no podemos ser, como decimos acá en Chile mi país, “maestros chaskillas” (un modismo de alguien que trabaja en todo, pero no se especializa en nada), sino que ser profesionales y especialistas, cuanto más si en el servicio a Hashem se refiere.

En el caso de la ofrenda es la tercera condición que necesitamos tener para crear nuestro Mishkan personal. Hashem le pidió al pueblo que trajesen ofrendas. Las ofrendas no son actos obligatorios, las ofrendas son actos voluntarios y de alegría. Sin la buena voluntad y sin la alegría de servir a Hashem no se puede crear para sí un Mishkan. Los hijos de Israel que trajeron sus ofrendas a Moshe, no se presentaron con corazones deprimidos o rostros de mala apariencia, sino que con gran alegría y solo por ello Hashem decidió hacer con ellos un Mishkan. La alegría es clave para servir el Rey del Universo, ¿Qué Rey soportaría que sus sirvientes le sirvan regañadientes? ¡Pues ninguno!, el Rey de toda la creación busca que le sirvamos con alegría. De esta manera es que concluimos que solo las ofrendas y el servicio de buena voluntad y con inmensa alegría harán meritorios a nuestros corazones para hacer habitar la presencia de Hashem en nuestro interior.

Que seamos tenidos en gran misericordia para ver el día en que Hashem decida hacer un tabernáculo Eterno con la humanidad que nunca será movido.

(Shavua Tov – Buena Semana)

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